Segunda parte, actualizada con imágenes y enlaces, del apartado «Situaciones históricas de resistencia noviolenta» del dossier titulado «Defensa Popular Noviolenta», elaborado y publicado a finales de la década de los 80 del pasado siglo por el entonces denominado COA-MOC (grupo local en Zaragoza del Movimiento de Objeción de Conciencia) que ahora conocemos por el nombre de Mambrú. Son situaciones históricas, en el caso de esta segunda parte que publicamos hoy, referidas a golpes de estado, en las que la resistencia noviolenta había adquirido un notable protagonismo que luego habría intentado ser ocultado por el pensamiento militarista dominante. También se expone un contraejemplo, es decir, una demostración histórica de lo que NO debería hacerse ante un golpe de Estado.

Por otro lado, siete años antes de la publicación impresa de este dossier, en 1981, se había producido en el reino de España una intentona golpista que está siendo clarificada más recientemente, pero que ya fue tomada como hipótesis para elaborar un completo trabajo por parte de un conocido teórico y precursor de la noviolencia en el Estado español, Gonzalo Arias, para responder a la pregunta «¿Qué debería hacer una población para defenderse de los militares y políticos golpistas?» «El antigolpe» fue uno de los pocos libros que intentó responder a esta pregunta después de la tentativa de golpe de estado del 23 de febrero de 1981, esto es, en los inicios del régimen del 78. De aquí la importancia de esta obra, cuyo autor tuvo que editar por su cuenta después de que doce editoriales rechazaran publicarla, que ahora está disponible también online, y por lo que, en aquellos momentos, el dossier no se detenía a volver a analizar desde la perspectiva de la resistencia noviolenta.

La recuperación y ampliación de este dossier se enmarca en el interés de mambru.info en la difusión de las estrategias y tácticas de resistencia noviolenta como alternativas perfectamente viables a la resolución de conflictos de diversa índole, así como en resaltar la contrastación científica que la eficacia que estas estrategias han tenido en los estudios publicados en los últimos años comparadas con las estrategias de respuesta armada o violenta.

Situaciones históricas de resistencia noviolenta

Índice (ver aquí el orden y enlaces de las entregas):

NOVIOLENCIA FRENTE A LA OPRESIÓN ECONÓMICA

La Marcha de la Sal

El originario «sí se puede» de Dolores Huerta y Cesar Chávez

NOVIOLENCIA FRENTE A GOLPES DE ESTADO

El Putsch de Kapp

El golpe de Primo de Rivera.

El Golpe de los generales franceses.

NOVIOLENCIA FRENTE A LA DICTADURA

El pueblo húngaro frente al dominio austríaco.

Resistencia de Finlandia frente a Rusia.

Casos de resistencia frente al nazismo.

Lucha de oposición en Latinoamérica.

NOVIOLENCIA FRENTE A LA INVASION

Resistencia danesa a la ocupación alemana.

La población noruega contra Quisling.

Resistencia en Checoslovaquia: Primavera de Praga de 1968.

Texto extraído del dossier Defensa Popular Noviolenta
COA-MOC. Proyecto AUPA, Zaragoza 1989.
Revisado por Mambrú en 2024.

NOVIOLENCIA FRENTE A GOLPES DE ESTADO

El Putsch de Kapp en Alemania

Antes de empezar el relato, una aclaración: “Putsch” significa “Golpe de Estado» en Alemán.

Resistencia noviolenta: tensión en Berlín durante el golpe de Estado en Alemania de 1920.
El golpe de Estado en Berlín; la Brigada Erhardt en la capital. Archivo Federal.

En Marzo de 1920, Alemania se enfrentaba con problemas de diverso orden: paro dificultades económicas, descontento en el ejército tras la capitulación de 1918, etc…

El general von Luttwitz inició un golpe de Estado para llevar al poder al político Kapp mediante un ultimátum previo al gobierno republicano en el que reclamaba la formación de nuevo gobierno, la restauración de la monarquía y la suspensión del desmantelamiento de las Fuerzas Armadas (iniciado en cumplimiento del tratado de Versalles). Más tarde las tropas sublevadas se pusieron en marcha hacia Berlín.

El gobierno rechazó el ultimátum y ordenó a la policía defender los edificios oficiales y mantener el orden. Von Luttwitz entró en Berlín ocupando sin dificultad los puntos estratégicos y de importancia política. Al negarse la policía a combatir contra el ejército se evitó un enfrentamiento sangriento. El gobierno cayó en Berlín, y Kapp se autoproclamó canciller con von Luttwitz como jefe de las Fuerzas Armadas.

Al día siguiente, el gobierno legítimo, retirado a Dresde, lanzó un llamamiento a la huelga general. La vida en Berlín quedó paralizada: los propios órganos gubernamentales y administrativos se sumaron a ella. El funcionariado se negaba a acatar las órdenes del intruso, o sencillamente no acudía a las oficinas.

Al día siguiente, el gobierno legítimo, retirado a Dresde, lanzó un llamamiento a la huelga general. La vida en Berlín quedó paralizada: los propios órganos gubernamentales y administrativos se sumaron a ella. El funcionariado se negaba a acatar las órdenes del intruso, o sencillamente no acudía a las oficinas.

Ya en la misma noche del Golpe, Kapp, tropezó con dificultades imprevistas. Instalado en su despacho de Canciller, no aparecieron el funcionariado, y ni siquiera encontró una mecanógrafa o una máquina de escribir. El bando proclamando su autoridad se lo tuvo que redactar su hija: y para cuando estuvo listo, ya era tarde para su publicación en prensa.

La resistencia de la burocracia ministerial fue el obstáculo imprevisto contra el cual Kapp no supo qué hacer. La desobediencia se extendió a las propias Fuerzas Armadas y la policía. A los tres días, Kapp dimitió y huyó a Suecia, ese fue todo el tiempo que pudo resistir su gobierno la presión de un pueblo movilizado pacíficamente.

La resistencia de la burocracia ministerial fue el obstáculo imprevisto contra el cual Kapp no supo qué hacer.

Pero, aunque los berlineses habían actuado pacíficamente, los obreros del Ruhr, Sajonia y otros lugares habían considerado la huelga general como preludio de la revolución armada. Se forzaron Consejos Obreros, continuando las movilizaciones. El Presidente Bauer, que se había apoyado en los obreros para vencer al ejército, retrocedió ante la idea de aplastar a los obreros. Diez días después dimitió. Fue su sucesor el encargado de “restablecer” el orden con ayuda de los militares.
El final de esta historia, por tanto, no fue feliz. Pero ello no invalida la demostración de que la huelga general puede ser una poderosa arma noviolenta en manos de un pueblo.

El golpe de Primo de Rivera

Este caso hay que considerarlo como un contraejemplo, es decir, una demostración histórica de lo que NO debería hacerse ante un golpe de Estado.

Primo de Rivera (abajo a la izquierda) acompañando junto a otros militares a Alfonso XIII.

En España, en Septiembre de 1923, los periódicos de Barcelona publicaron obedientemente la proclama del general Miguel Primo de Rivera en la que exigía la constitución de un Directorio Militar en Madrid. Sólo un periódico evitó la publicación no saliendo a la calle.

La técnica del Golpe fue la típica fórmula del “pronunciamiento”: no se pretendía realmente arrebatar el poder por la fuerza, sino por la amenaza de la fuerza.

La técnica del Golpe fue la típica fórmula del “pronunciamiento”: no se pretendía realmente arrebatar el poder por la fuerza, sino por la amenaza de la fuerza. El propio general confesó a sus íntimos: “si vienen a combatirnos estamos perdidos”. Se trataba de dar un grito que asustara a los enemigos, encontrara de inmediato a los que no querían o no podían tomar la iniciativa, y que atrajera finalmente a los indecisos e indiferentes.

El pueblo no se movilizó y los líderazgos sociales no acertaron a movilizarlo, mucho menos sus gobernantes. En realidad la población no se sentía identificada con el Régimen que era derrocado.

Y así ocurrió. Los que podían y debían resistir se acobardaron: los periódicos publicaron la proclama; el gobierno no se atrevió a detener a los generales que parecían implicados, los socialistas temieron la represión que la convocatoria de huelga general podría traer consigo. Tampoco hubo telegrafistas ni ferroviarios bloqueando las comunicaciones con Barcelona. Durante 24 horas nadie reaccionó en uno y otro sentido. Ninguna fuerza política fue capaz de tomar la iniciativa. Apenas hubo algún conato de resistencia popular.

El pueblo no se movilizó y los líderazgos sociales no acertaron a movilizarlo, mucho menos sus gobernantes. En realidad la población no se sentía identificada con el Régimen que era derrocado.

El Golpe de los generales franceses.

Argelia en el año 61 era todavía colonia francesa. Los militares franceses, tras una larga guerra, se sintieron abandonados por las autoridades civiles. La revuelta fue la culminación de más de cinco años de conflicto intermitente entre Argel y París, que se agudizó cuando De Gaulle anunció públicamente que estaba dispuesto a iniciar negociaciones con los nacionalistas argelinos.

Soldados franceses bloqueando la kasba de Argel, en una imagen tomada en diciembre de 1960
(AP
)

La revuelta empezó la noche del 21 de abril de 1961. El Primer Regimiento de la Legión se hizo con el control de la ciudad de Argel. La mañana del 22, la radio anunció el Estado de Sitio, pasando todos los poderes civiles a manos de la autoridad militar. Toda resistencia sería “aplastada, venga de donde venga”. La orden llevaba la firma de cuatro generales recién retirados, entre ellos Challe, cuyo prestigio hizo que varios generales en activo apoyaran también el golpe. Aunque había indicios de lealtad a De Gaulle de la mayoría de los altos jefes, no parecía factible una acción militar contra los sublevados.

Si era, en cambio, posible un golpe paralelo en París. Frente a este doble desafío, los recursos militares de De Gaulle eran flojos. Muchos hombres estaban en Argelia; la fuerza aérea apoyaba el golpe, e incluso era dudosa la fiabilidad de los cuerpos paramilitares. De modo que De Gaulle prescindió de soluciones militares y dio un mensaje a la población llamando a la no-cooperación con los rebeldes.

En un principio la respuesta al golpe vino de sectores no gubernamentales. Los partidos políticos y sindicatos convocaron una huelga general de una hora seguida por diez millones de trabajadores.

En un principio la respuesta al golpe vino de sectores no gubernamentales. Los partidos políticos y sindicatos convocaron una huelga general de una hora seguida por diez millones de trabajadores.

Otras medidas antigolpistas fueron la detención de extremistas de derecha, preparación de vehículos para bloquear aeropuertos, protección policial a edificios públicos y puentes del Sena, formación de una Guardia Ciudadana (sin armas), bloqueo financiero y comercial de Argelia, etc.

Los transistores fueron esenciales en la organización de la resistencia, incluso dentro de la tropa. Pilotos de aviación se negaron a pilotar al servicio de los rebeldes. Muchos soldados manifestaron su oposición al golpe simplemente no saliendo de los cuarteles. Los reclutas se percataron de la fuerza que podían tener con sólo negarse a cooperar. Lo mismo sucedió entre el funcionariado.

Muchos soldados manifestaron su oposición al golpe simplemente no saliendo de los cuarteles. Los reclutas se percataron de la fuerza que podían tener con sólo negarse a cooperar. Lo mismo sucedió entre el funcionariado.

El 25 de abril, dándose cuenta de su incapacidad para ejercer el poder y cumplir el plan previsto, los golpistas pusieron punto final a su aventura. Todo acabó sin violencia, porque por una parte de la resistencia no había deseos de una guerra civil; y porque los rebeldes se vieron contenidos tanto por temor a un juicio posterior como por la falta de pretextos para ejercer la violencia contra una población noviolenta masiva.

Este es un claro ejemplo de cómo una resistencia noviolenta organizada por el gobierno y basada, en este caso entre otros métodos, en la no-cooperación y en un inteligente uso de los medios de comunicación, puede acabar rápidamente y sin víctimas con un golpe de estado.


Imagen destacada: protesta civil en Argelia (fecha y autoría desconocidas)

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