«Quienes se han familiarizado con la literatura sobre la resistencia civil pueden preguntarse de qué manera nuestro trabajo difiere de la literatura canónica en este campo. Todos los trabajos trascendentales sobre resistencia noviolenta de Gene Sharp, Robert Helvey, Peter Ackerman y Christopher Kruegler, Ackerman y Jack DuVall, Stephen Zunes, Adam Roberts y Timothy Garton Ash, Kurt Schock, Mary E. King y otrxs han afinado nuestra comprensión de la acción noviolenta estratégica de forma crucial.»
«Nuestro libro es distinto en varios aspectos. En primer lugar, aunque los volúmenes de Sharp y Helvey proporcionan una mina de oro teórica, no intentan probar sus afirmaciones empíricamente. Nuestro libro es el primer intento en comprobar exhaustivamente muchas de las ideas que han desarrollado Sharp y Helvey. En segundo lugar, las comparaciones de Sharp y Helvey con la resistencia violenta son implícitas; ellos simplemente presentan la resistencia noviolenta como una estrategia efectiva en un conflicto asimétrico. En nuestro estudio, comparamos explícitamente la resistencia noviolenta y violenta para comprobar la hipótesis de que la resistencia noviolenta es de hecho una estrategia eficaz.»
El hallazgo del estudio de las investigadoras Erica Chenoweth y María J. Stephan, Why Civil Resistance Works. The Strategic Logic of Nonviolent Conflict, («Porqué funciona la resistencia civil. La lógica estratégica del conflicto noviolento») acerca de la eficacia real de ciertas estrategias es contundente: la noviolencia es mucho más eficaz que la violencia.
Esta conclusion, que rompe, mediante los datos, estereotipos largamente asentados, refuerza, sin duda, la urgente necesidad de la sustitución, en todo tipo de sociedades, de las actuales dinámicas militaristas por estrategias colectivas de resistencia civil, mucho más efectivas e infinitamente más preservadoras de la vida humana y de la propia viabilidad de la vida, en general, en el planeta Tierra.
Los hallazgos de Chenoweth y Stephan muestran que las principales campañas noviolentas han tenido éxito en el 53 % de las ocasiones, en comparación con el 26 % en el caso de las campañas de resistencia violenta.
Para estos fines construyeron una base de datos específica que incluye datos sobre 323 campañas de resistencia violenta y noviolenta entre 1900 y 2006. Incluyen campañas
- por un cambio de régimen interno
- contra las ocupaciones extranjeras o
- por la secesión o la autodeterminación.
[El índice completo de este estudio, con los enlaces a las distintas partes que ya se han ido publicando traducidas al castellano en mambru.info, se puede consultar aquí. Avisamos, de manera similar a como hicimos con «Estudio de caso: La primera intifada palestina» (que forma parte igualmente del mismo trabajo de estas dos investigadoras) que la división online de este capítulo 1, cuya segunda parte vas a leer a continuación, la realizamos en mambru.info para facilitar la lectura: no es la división académica del trabajo de Chenoweth y Stephan, sino que separa ésta, a su vez, en distintas partes, pero siempre respetando el orden y la integridad de sus distintos apartados originales.]

LA INVESTIGACIÓN DE LA RESISTENCIA CIVIL EN CONTEXTO
Quienes se han familiarizado con la literatura sobre la resistencia civil pueden preguntarse de qué manera nuestro trabajo difiere de la literatura canónica en este campo. Todos los trabajos trascendentales sobre resistencia noviolenta de Gene Sharp, Robert Helvey, Peter Ackerman y Christopher Kruegler, Ackerman y Jack DuVall, Stephen Zunes, Adam Roberts y Timothy Garton Ash, Kurt Schock, Mary E. King y otrxs han afinado nuestra comprensión de la acción noviolenta estratégica de forma crucial.
La obra de Sharp en tres volúmenes, La Política de la acción noviolenta (The Politics of Nonviolent Action), estableció los fundamentos teóricos para la acción noviolenta. Se lee como un manual de resistencia noviolenta, explicando la teoría del poder y los diferentes métodos de acción noviolenta y las formas en que la acción noviolenta puede afectar al adversario (conversión, persuasión, acomodación y coerción). El trabajo de Sharp es trascendental, proporciona una teoría unificada sobre los mecanismos estratégicos a través de los que puede funcionar la resistencia civil.
Robert Helvey se basa en su trabajo sobre cómo actuar estratégicamente durante los procedimientos de un conflicto noviolento (2004) en gran parte en el fundamento original de Sharp. Identifica similitudes entre la resistencia civil y la estrategia militar, proporcionando una especie de manual sobre cómo identificar los objetivos de la campaña, desarrollar los planes estratégicos y los problemas operativos que enfrentan los movimientos durante una campaña.
Nuestro libro es distinto en varios aspectos. En primer lugar, aunque los volúmenes de Sharp y Helvey proporcionan una mina de oro teórica, no intentan probar sus afirmaciones empíricamente. Nuestro libro es el primer intento en comprobar exhaustivamente muchas de las ideas que han desarrollado Sharp y Helvey. En segundo lugar, las comparaciones de Sharp y Helvey con la resistencia violenta son implícitas; ellos simplemente presentan la resistencia noviolenta como una estrategia efectiva en un conflicto asimétrico. En nuestro estudio, comparamos explícitamente la resistencia noviolenta y violenta para comprobar la hipótesis de que la resistencia noviolenta es de hecho una estrategia eficaz.
Nuestro libro es el primer intento en comprobar exhaustivamente muchas de las ideas que han desarrollado Sharp y Helvey.
En Conflicto noviolento estratégico (Strategic Nonviolent Conflict) de Ackerman y Kruegler, los autores desarrollan un marco al que la teoría estratégica da forma en el análisis de los resultados de las campañas de resistencia noviolenta. El libro presenta múltiples estudios de casos de acción noviolenta exitosa y fallida, a partir de los cuales los autores derivan doce principios de la acción noviolenta exitosa. Aunque el libro es profundamente analítico, los estudios de casos son de naturaleza inductiva: su propósito, en lugar de probar hipótesis, es encontrar patrones sobre por qué las campañas noviolentas tienen éxito.
El libro de Ackerman y DuVall Una fuerza más poderosa (A Force More Powerful) ha sido quizás el libro más leído sobre acción noviolenta. El libro es empírico, presentando relatos descriptivos de campañas noviolentas que van desde Rusia a Sudáfrica. Uno de los libros más accesibles sobre conflicto noviolento, fue adaptado a una serie documental nominada al Emmy. Recientemente los autores han patrocinado el desarrollo de un videojuego que lleva el nombre del libro, cuyo propósito es capacitar a académicos y activistas en las tácticas y la estrategia de resistencia noviolenta. El libro no pretende ser una exploración analítica acerca de porqué la resistencia noviolenta tiene éxito en comparación con la resistencia violenta, ni intenta verificar otros factores que pudieran predecir el éxito o el fracaso de los movimientos. Nuestro estudio amplía el universo de casos, compara explícitamente la resistencia noviolenta y la violenta, pone a prueba hipótesis relativas a los mecanismos que conducen al éxito y verifica otros factores que pudieran explicar los diferentes resultados. Nosotras, sin embargo, nos centramos mucho menos en la dinámica de la guerra no convencional violenta, como por ejemplo la guerra de guerrillas y la insurgencia violenta.
Stephen Zunes, Adam Roberts y Timothy Garton Ash, y Kurt Schock han contribuido todos ellos a la comprensión académica de las condiciones bajo las que la resistencia noviolenta tiene éxito y fracasa. Sus obras comparten un enfoque de estudio de caso comparativo sobre patrones esclarecedores en la actividad de resistencia noviolenta (Roberts y Garton Ash 2009; Schock 2005; Zunes, Kurtz y Asher 1999). Gran parte de nuestro argumento es compatible con los hallazgos en varios trabajos de Zunes, aunque nuestro objetivo es explicar patrones amplios en lugar de casos individuales. Roberts y Garton Ash intentan de manera similar explicar la dinámica de la resistencia noviolenta en una amplia gama de casos. Otros autores han examinado estudios de caso único y fenómenos asociados en gran profundidad (Bleiker 1993; Clark 2000; Dajani 1994; Eglitis 1993; Huxley 1990; Martín 2007; McCarthy y Sharp 1997; Miniotaite 2002; Parkman 1988, 1990; Roberts y Garton Ash 2009; Sharp 2005; Stephan 2010; Stoltzfus 1996). El objetivo de estxs autorxs, sin embargo, no siempre es explicar el éxito o el fracaso de la campaña sino más bien explorar una serie de problemas y preguntas de los movimientos sociales relacionados con sus casos. Por lo tanto, sus obras demuestran algunas conclusiones importantes, pero no necesariamente sobre porqué y cuándo funciona la resistencia civil.
En Insurrecciones no armadas, el sociólogo Kurt Schock compara el éxito y fracaso de las campañas noviolentas a favor de la democracia contra regímenes no democráticos. Este trabajo se acerca mucho más a los propósitos analíticos de nuestro libro. Schock compara seis campañas noviolentas en países no democráticos para identificar los patrones entre las trayectorias de estas campañas. Él se enfrenta al enfoque de oportunidad política, y argumenta que los factores estratégicos pueden ayudar a explicar los resultados de las campañas. Lo que es más importante, el trabajo de Schock deshace la división estructura-capacidad de acción y analiza la naturaleza reiterativa, interactiva de las oportunidades políticas y la elección estratégica. Específicamente, Schock defiende que la innovación táctica, la resiliencia y el cambio entre métodos de concentración y los métodos de dispersión pueden ayudar a explicar la divergencia de resultados de diferentes campañas.
En nuestro estudio, comparamos explícitamente la resistencia noviolenta y violenta para comprobar la hipótesis de que la resistencia noviolenta es de hecho una estrategia eficaz.
Vincent Boudreau también analiza los resultados de movimientos prodemocracia en el sudeste asiático, utilizando un modelo de política contenciosa convincente (2004). Sin embargo, no se centra en la eficacia relativa de la acción noviolenta y violenta, explorando en cambio la interacción entre diferentes modos de represión empleados por los dictadores en Birmania, la Filipinas e Indonesia y el impacto de estas formas de represión en lxs manifestantes. Es explícitamente crítico con la posibilidad de representar con precisión estos conflictos utilizando el análisis cuantitativo, argumentando por contra a favor de mirar a cada conflicto como un sistema complejo en sí mismo (2004, 3).
Nuestros hallazgos son altamente compatibles con los de Schock y comparten mucho en común con los de Boudreau también, a pesar de las diferencias, Pero nuestro argumento sobre la primacía de la participación en la resistencia noviolenta parece único en esta literatura. Además, al igual que con el libro de Ackerman y Kruegler, nuestro estudio amplía el universo de casos al incluir campañas antiocupación y de secesión además de campañas de cambio de régimen. Nuestro estudio no se limita al sudeste asiático, ni nuestros casos se restringen a objetivos no democráticos. En su lugar, intentamos examinar de manera integral las principales campañas noviolentas y violentas en todo el mundo, contra todo tipo de objetivos, desde 1900 hasta 2006.
El público familiarizado con el razonamiento de Iván Arreguín-Toft en Cómo los débiles ganan guerras (How the Weak Win Wars) puede ver algunas similitudes con nuestro razonamiento. En su libro, Arreguín-Toft defiende que las potencias débiles a veces ganan guerras cuando emplean estrategias indirectas contra potencias más poderosas. Es decir, si la potencia más fuerte está empleando estrategias de guerra convencionales, una potencia más débil que utiliza estrategias no convencionales o guerra de guerrillas tendrá posibilidad de triunfar. Por ejemplo, el ejército convencional británico sucumbió a la guerra de guerrillas emprendida por los colonos estadounidenses durante la Guerra Revolucionaria (aunque, como se mencionó anteriormente, a la insurgencia armada siguieron años de resistencia civil noviolenta). Por otro lado, un poder más débil, que utilice estrategias convencionales contra un poder más fuerte que se basa en las estrategias convencionales fracasará. La Guerra del Golfo de 1991 demuestra ese punto: el ejército iraquí militarmente inferior no pudo enfrentarse con éxito efectivo a las fuerzas de la Coalición.
Nuestro estudio amplía el universo de casos, compara explícitamente la resistencia noviolenta y la violenta, pone a prueba hipótesis relativas a los mecanismos que conducen al éxito y verifica otros factores que pudieran explicar los diferentes resultados.
Por el contrario, si una potencia más fuerte emplea estrategias no convencionales contra estrategias convencionales de un poder más débil, el poder más débil ganará. Por ejemplo, el bombardeo aéreo de Hitler sobre objetivos civiles británicos no doblegó a la población británica. En cambio, los ataques envalentonaron a los británicos contra los alemanes (Arreguín-Toft 2001, 108). Pero cuando una potencia más fuerte emplea estrategias no convencionales contra un poder débil también usando estrategias no convencionales, el poder más fuerte ganará. El gobierno ruso ha utilizado estrategias “bárbaras” contra los rebeldes chechenos, aplastando efectivamente a la insurgencia chechena.
Si bien no cuestionamos los hallazgos de Arreguín-Toft, aclaramos una nueva dimensión en su tipología, que es el uso de la acción estratégica noviolenta como una estrategia indirecta contra un oponente militarmente superior. Cuando Arreguín-Toft describe estrategias indirectas para potencias más débiles, se refiere a dos tipos de estrategias: defensa directa, que define como “el uso de las fuerzas armadas para frustrar el intento de un adversario de capturar o destruir valores tales como territorio, población y recursos estratégicos”, y la guerra de guerrillas, definida como “la organización de una parte de la sociedad con el fin de imponer costes a un adversario usando fuerzas armadas entrenadas para evitar la confrontación directa” (2001,103). Nosotras defendemos que la resistencia civil desarmada puede ser aún más efectiva que la defensa directa o guerra de guerrillas, ambas estrategias armadas contra oponentes militarmente superiores.
Nuestros resultados también son consistentes con los hallazgos de Max Abrahms, que sugieren que las actividades terroristas dirigidas contra civiles son menos efectivas que las estrategias de guerra de guerrillas dirigidas a políticxs y personal militar (2006). Pero nuestros hallazgos amplían aún más su tesis, ya que argumentamos que en la mayoría de los casos todos los tipos de campañas violentas tienen menos posibilidad de ser eficaces que las campañas noviolentas bien gestionadas.
Lo que todos estos trabajos, incluido el nuestro, tienen en común es una llamada a lxs estudiosxs a repensar el poder y sus fuentes en cualquier sociedad o forma de gobierno. Aunque a menudo el poder se hace operativo como la capacidad militar y económica de un estado, los hallazgos de nuestra investigación demuestran que el poder realmente depende del consentimiento de la población civil, consentimiento que puede ser retirado y reasignado a sectores más legítimos o más convincentes.
La cuadratura del círculo: ¿la eficacia de la violencia?
Algunos estudiosos, como Robert Pape, han desarrollado recientemente tesis sobre la eficacia del conflicto violento. En particular, algunos argumentan que el terrorismo— especialmente el terrorismo suicida— es una estrategia coercitiva efectiva, especialmente contra las democracias (2003, 2005). Jason Lyall e Isaiah Wilson también han descubierto que la insurgencia violenta está creciendo en efectividad—contra las democracias en particular (2009). Dados los hallazgos de estos autores, hay algunas discrepancias superficiales con nuestros hallazgos. Abordamos cada uno de estos argumentos a su vez.
En primer lugar, Pape argumenta que el terrorismo suicida es una estrategia de castigo eficaz contra las democracias (2003, 2005). Los terroristas suicidas transmiten tanto capacidades como resolución hacia objetivos vulnerables en las democracias, demostrando a estos países que la continuación de la ocupación dará como resultado una guerra prolongada, en escalada e indiscriminada contra la población civil del país. Tales actos conducen a una disminución de la confianza en la democracia, que en última instancia juzga que la retirada del territorio ocupado es menos costosa que la ocupación. En su estudio, cinco de cada once campañas de atentados suicidas desde 1980 han logrado al menos un éxito parcial.
El argumento y los supuestos empíricos de Pape han sido ampliamente criticados (ver, para ejemplo, Ashworth et al. 2008). Sin embargo, si tomamos su argumento al pie de la letra, aún podemos proporcionar otra crítica, que podría aplicarse a casi todxs lxs estudiosxs cuya investigación evalúa la eficacia de diferentes métodos violentos. Tales eruditxs a menudo asumen o argumentan que la violencia es efectiva, pero ¿comparada con qué? En particular, Pape no lleva a cabo ningún intento de comparar la eficacia relativa del suicidio terrorista con estrategias alternativas. Incluso en algunos de sus más destacados casos —Líbano y los Territorios Palestinos— hemos visto a una resistencia noviolenta masiva funcionar de manera efectiva donde las insurgencias violentas han fracasado. En el caso libanés, la Revolución de los Cedros de 2005 involucró a más de un millón de manifestantes libaneses que obligaron a Siria a retirar sus fuerzas del suelo libanés. Y, como se muestra en el capítulo 5, la Primera Intifada llevó al movimiento de autodeterminación palestina más allá que la campaña violenta de la Organización para la Liberación de Palestina que la precedió, o la Intifada de Al-Aqsa que le sucedió.
Nuestro enfoque implica la comparación relativa de campañas noviolentas y violentas, que arroja más luz sobre cuán fallidas son realmente las campañas violentas.
En otro ejemplo, Lyall y Wilson defienden que las insurgencias violentas son cada vez más eficaces contra los militares altamente mecanizados, que se muestran torpes en entornos urbanos contra insurgentes bien camuflados (2009). Observan que desde 1975 los estados han logrado aplastar las insurgencias sólo en un 24 por ciento de los casos. En su estudio, determinan el éxito a partir de la perspectiva estatal, de modo que la derrota total de los insurgentes se considera un éxito, mientras que un empate o una derrota ante los insurgentes se consideran un fracaso. Cuando se mira más de cerca, sin embargo, se puede ver que su hallazgo principal -que las insurgencias violentas han tenido éxito en más del 75 por ciento de los casos desde 1976— se basa en datos en los que casi el 48 por ciento de los casos estaban estancados. Así, sólo el 29,5 por ciento de sus insurgencias desde 1976 realmente lograron derrotar a sus adversarios estatales, una estadística mucho más cercana a la nuestra. Lyall y Wilson también excluyen de sus hallazgos las campañas en curso, mientras que nosotras codificamos tales casos como fracasos hasta 2006.[1]
La diferencia en la forma de cálculo es una forma en la que nuestros hallazgos divergen de los de Lyall y Wilson. Pero quizás la diferencia más importante es que ellos no comparan la eficacia relativa de la insurgencia violenta con las campañas noviolentas. Si analizamos las tasas de éxito de las campañas noviolentas desde 1976, vemos una tasa mucho más alta de éxito de campañas noviolentas (57 por ciento).
Por lo tanto, nuestro estudio representa un alejamiento de las técnicas utilizadas por quienes defienden que la insurgencia violenta es eficaz. Como argumenta Baldwin: “Sólo el análisis comparativo del éxito prospectivo de los instrumentos alternativos proporciona un conocimiento relevante acerca de las políticas” (2000, 176). Nuestro enfoque implica la comparación relativa de campañas noviolentas y violentas, que arroja más luz sobre cuán fallidas son realmente las campañas violentas.[2]24
IMPLICACIONES MÁS AMPLIAS
Más allá de las contribuciones académicas, esta investigación posee una serie de importantes implicaciones para la política pública. La investigación sobre los éxitos y los fracasos de las campañas noviolentas puede aportar una mejor comprensión acerca de las formas más efectivas para los actores externos—gubernamentales y no gubernamentales— que ayuden a esos movimientos. Desde la perspectiva de un estado externo, proporcionar el apoyo a las campañas noviolentas a veces puede ayudar a los movimientos, pero también introduce un nuevo conjunto de dilemas, incluido el problema de los oportunistas y la posible pérdida de legitimidad local. Este estudio apoya firmemente la opinión de que las sanciones y el apoyo estatal a las campañas noviolentas funcionan mejor cuando se coordinan con el apoyo de grupos locales de oposición; pero nunca los sustituyen.
Por ejemplo, aunque no hay evidencia de que los actores externos puedan iniciar o sostener con éxito la movilización masiva noviolenta, formas específicas de apoyo externo han sido útiles en algunos casos, como los boicots internacionales contra el régimen del apartheid en Sudáfrica. La existencia de grupos de solidaridad organizados que mantuvieron una presión constante sobre los gobiernos aliados con los regímenes en cuestión demostró ser de gran ayuda, lo que sugiere que a veces es necesario “extender el campo de batalla” para que los grupos de oposición aumenten su empuje sobre el objetivo. Prestar apoyo diplomático a lxs activistas de los derechos humanos, grupos independientes de la sociedad civil y líderes de oposición democrática al tiempo que se penaliza a los regímenes (o amenaza con imponerles sanciones) puede ser otra forma en la que los gobiernos pueden mejorar la probabilidad de éxito de las campañas noviolentas. Esfuerzos multinacionales coordinados que utilizaron una combinación de sanciones positivas y negativas para aislar a notorios violadores de derechos supusieron un apoyo a movimientos de resistencia civil victoriosos en Sudáfrica y Europa del Este.
ESQUEMA DEL LIBRO
[Nota de mambrú.info: ver índice completo de este trabajo clicando aquí]
El resto del estudio examina los mecanismos específicos por los cuales las campañas noviolentas triunfan y fracasan. Lo hace intercambiando análisis cuantitativos y cualitativos de campañas noviolentas y violentas en Oriente Medio (Irán y los Territorios Palestinos) y el Sudeste Asiático (Filipinas y Birmania). Cada uno de los cuatro casos presenta períodos tanto de resistencia civil como violenta contra los regímenes represivos, pero con diferentes grados de éxito. Esto nos permite examinar más de cerca las condiciones bajo las cuales las campañas noviolentas y violentas tienen éxito y fracasan, tanto dentro de cada caso como comparándolos.
El libro procede de la siguiente manera. En primer lugar, en el Capítulo 2, introducimos la argumentación general del estudio y exploramos cómo esta argumentación converge y diverge con los hallazgos de otrxs estudiosxs. Nosotras defendemos que las campañas de resistencia civil tienen más éxito que las campañas violentas para superar las barreras a la participación, un requisito previo importante para el éxito.
En el Capítulo 3, exploramos las principales argumentaciones alternativas -que las características del régimen pueden afectar de forma independiente a los resultados de los conflictos noviolentos o violentos, o que los orígenes y resultados de las campañas de resistencia son endógenos. Primero, comprobamos si el tipo de régimen oponente (es decir, democracia o no democracia), las capacidades, o el uso de la represión violenta contra el grupo opositor, reduce la probabilidad de éxito de la resistencia noviolenta. También comprobamos los efectos del tiempo, la región y el objetivo de la campaña en la probabilidad del éxito. Encontramos que incluso cuando se toman en cuenta las características estructurales, la resistencia noviolenta sigue siendo una estrategia más efectiva que la resistencia violenta.
Primero, comprobamos si el tipo de régimen oponente (es decir, democracia o no democracia), las capacidades, o el uso de la represión violenta contra el grupo opositor, reduce la probabilidad de éxito de la resistencia noviolenta.
El Capítulo 3 también aborda el tema de la endogeneidad de frente, es decir, si las campañas violentas fracasan porque surgen en condiciones en las que el fracaso es extremadamente probable, lo que explica sus bajas tasas de éxito con respecto a las campañas noviolentas. Encontramos que las insurgencias noviolentas y violentas tienen la probabilidad de surgir en circunstancias muy similares, de modo que sus resultados no pueden explicarse exclusivamente sobre la base de la endogeneidad.
En la parte 2, comparamos campañas de resistencia noviolenta y violenta y sus resultados en Irán, los Territorios Palestinos, Filipinas y Birmania. Explicamos la selección de casos en detalle antes de empezar los capítulos sustantivos. El Capítulo 4 analiza la revolución iraní (1977-1979). En este caso, las campañas violentas no lograron desalojar al Shah, mientras que las campañas noviolentas resultaron exitosas. El Capítulo 5 explica por qué las violentas campañas palestinas orquestadas por un liderazgo exiliado lograron poco o ningún éxito antes de la Primera Intifada (1987-1992), mientras que el levantamiento popular de masas que se originó dentro de los territorios ocupados logró un éxito parcial a través de algunas importantes concesiones israelíes.
El Capítulo 6 trata del caso exitoso del movimiento Poder Popular en Filipinas (19831986), que expulsó del poder a Ferdinand Marcos. Este levantamiento de masas logró lo que las insurgencias lideradas por maoístas y musulmanes en ese país no habían podido conseguir. El Capítulo 7 identifica un caso de fracaso de una resistencia noviolenta: el levantamiento prodemocrático birmano de 1988. Tanto las campañas noviolentas como las violentas fracasaron en este caso, lo que proporciona un útil resultado divergente para la comparación.
Nuestra evidencia estadística sugiere que los países en los que existen insurgencias violentas tienen más probabilidades de reincidir en el autoritarismo o la guerra civil que los países donde existen campañas noviolentas
La Parte 3 explora las implicaciones de esta investigación a través de múltiples dimensiones. Primero, en el Capítulo 8, discutimos las consecuencias de la insurgencia violenta, particularmente el éxito violento de los insurgentes. Nuestra evidencia estadística sugiere que los países en los que existen insurgencias violentas tienen más probabilidades de reincidir en el autoritarismo o la guerra civil que los países donde existen campañas noviolentas, lo que a menudo deviene en regímenes democráticos más estables.
Finalmente, el capítulo final resume los hallazgos clave, destacando cómo estos hallazgos hacen una contribución a la literatura especializada. Este capítulo también aboga por la incorporación del conflicto noviolento en los estudios de investigación sobre seguridad y sugiere formas de mejorar y ampliar nuestro estudio. La última sección identifica las implicaciones políticas derivadas de esta investigación.
Aunque no es la última palabra en ningún sentido, esperamos que este libro desafíe la sabiduría convencional sobre la efectividad de la lucha noviolenta y aliente a académicos y a políticos a tomar seriamente el papel que desempeñan los civiles en la persistencia activa en el conflicto sin recurrir a la violencia.
Imagen destacada de esta entrada: La No-violencia es una escultura de bronce de un revólver Colt Python .357 Magnum de gran tamaño con su cañón atado en un nudo. El arma está amartillada, pero el nudo deja claro que no puede disparar. El artista sueco Carl Frederk Reutersward realizó la escultura en 1980, tras el asesinato de su amigo John Lennon. Actualmente se encuentra ubicada ante la sede de la ONU en Nueva York, EE.UU. donde fue donada por el gobierno luxemburgues tras el temor expresado por el artista de que fuera robada de su ubicación original. En esa nueva ubicación ya se interpretó no solo como un monumento conmemorativo a John Lennon, sino como un símbolo contra la violencia y la guerra en cualquier parte del mundo. Tras la inauguración de la escultura original, Reuterswárd hizo una serie de réplicas de No-violencia para lugares de todo el mundo, lo que supone ahora la existencia unas 30 esculturas expuestas en lugares públicos alrededor del mundo, no todas escrupulosamente idénticas a la original. Cerca de la mitad de estas réplicas están en Suecia.
Nuestros datos estadísticos permanecen similares, sin embargo, cuando excluímos las campañas en curso de nuestro análisis. ↑
Ver Chenoweth y Lawrence (2010) acerca de un razonamiento acerca de porqué compara la relativa eficacia de estrategias noviolentas y violentas es necesario para determinar el logro. ↑