Tras décadas de lucha armada, el PKK está deponiendo las armas y comenzando un nuevo capítulo noviolento en el movimiento independentista kurdo. Este artículo analiza las lecciones que se pueden extraer de un acto histórico de desarme en Kurdistán.
Fuente: Waging Nonviolence
Matt Meyer, 15 de julio de 2025
El 11 de Julio, en las colinas del norte de Irak, se produjo una escena que conmocionaría incluso al activista por el desarme más experimentado. Bajando por una cuesta hacia una zona improvisada rodeada por varios cientos de miembros de la comunidad y simpatizantes, 30 guerrilleros fuertemente armados —al menos la mitad de ellos mujeres— se dirigieron hacia un gran barril gris para entregar sus armas.
Formaban parte del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, o PKK, un grupo paramilitar y político formado en 1978 para unir a las poblaciones kurdas que viven en Irak, Irán, Siria y Turquía para luchar por la independencia. El PKK decidió deponer las armas en una ceremonia en la que se quemó el arsenal que llevaban cada uno de los y las guerrilleras. Esperan que este acto unilateral de alto el fuego dé inicio a un nuevo proceso político con el insensible Gobierno turco.
El día y la decisión que lo precedió no carecían de profundas raíces en la lucha por la libertad del Kurdistán. En 1923, cuando la región estaba gobernada por el jeque Mahmoud, rey del Kurdistán, el ejército británico intentó proteger su reciente mandato sobre la región mesopotámica y todas las ricas reservas de petróleo que ello conllevaba. Mahmoud se refugió en la cueva de Jasana, donde tuvo lugar la ceremonia del 11 de julio. Pidió a sus seguidores que se trasladaran a la región por seguridad y ayudó a publicar el primer periódico moderno de la resistencia anticolonial kurda
desde la cueva. Durante el último siglo, la cueva se utilizó como un importante refugio para la resistencia armada y la noviolenta que se enfrentaban a las fuerzas antikurdas, incluida la campaña genocida Anfal de Saddam Hussein.
El querido líder kurdo, teórico y preso político desde hace mucho tiempo Abdullah Öcalan, fundador del PKK, pidió su disolución el 25 de febrero, más de 26 años después de su captura y posterior encarcelamiento. El cuidadoso seguimiento de ese llamamiento por parte de grupos dentro del PKK —y un posterior llamamiento de Öcalan a los y las combatientes del PKK para que depusieran las armas— condujo al desarme del 11 de julio.
También hubo una amplia declaración de un «Grupo por la Paz y la Sociedad Democrática» que ha surgido en los últimos meses. Formado a partir de recientes reuniones con el encarcelado Öcalan, el grupo está trabajando para reunir a los pueblos kurdos de todas las principales regiones y países, así como de diversos puntos de vista políticos y estratégicos. Sus miembros emitieron una amplia y audaz declaración en la ceremonia de la Cueva de Jasana, la única comunicación permitida ese día.
El grupo señaló que el acto de «destruir voluntariamente nuestras armas, ante su presencia» se consideró «un gesto de buena voluntad y determinación». Afirmaron que lo hicieron de acuerdo con la declaración de Öcalan, creyendo «no en las armas», sino en el poder del pueblo. Dijeron que su acto de desarme se llevó a cabo «con gran orgullo y honor por hacer lo necesario para este histórico principio».
La declaración fue leída en voz alta de forma dramática en kurdo por Besê Hozat, copresidenta del Consejo Ejecutivo de la Unión de Comunidades del Kurdistán y activa defensora del feminismo y el liderazgo de las mujeres. También se leyó en turco y se distribuyó en inglés y otros idiomas a todas las personas asistentes. «Dada la creciente presión fascista y la explotación en todo el mundo y el actual baño de sangre en Oriente Medio», reza la declaración, «nuestro pueblo necesita más que nunca una vida pacífica, libre, igualitaria y democrática».
Aunque todavía hay algunas preguntas sin respuesta sobre cómo desarrollar esta decisión a nivel local, es probable que los cambios se hagan realidad a través de proyectos y campañas sobre educación, atención sanitaria, alfabetización, empoderamiento de las mujeres y aprendizaje de prácticas democráticas. Programas de este tipo ya han tenido mucho éxito en las comunidades kurdas de Siria, en la zona que se conoce como Rojava.
Más allá del significado de estas palabras y acciones para los pueblos de Kurdistán, Turquía, Irak y Siria, la lucha por la libertad kurda y sus iniciativas actuales plantean retos vitales para los movimientos de resistencia globales en todo el mundo. A continuación se presentan tres elementos del movimiento kurdo que han sido fundamentales para su popularidad y éxito y que podrían beneficiar a las fuerzas progresistas de todo el mundo.
1. La centralidad de las mujeres en todos los ámbitos de la lucha
Mucho más que un fenómeno local aislado, el movimiento de resistencia de Rojava ha sido durante mucho tiempo un ejemplo del ejercicio de los derechos de las mujeres incluso en medio de una guerra activa y de profundas prácticas patriarcales. Según analistas y activistas que han formado parte o han estudiado Rojava, la región kurda de la Siria contemporánea —controlada por la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria, o DAANES— tiene la
mayor igualdad de género de todos los gobiernos del mundo.
En un artículo reciente de la feminista y ecologista británica Natasha Walter, el lema que afirma la vida «Mujeres, Vida, Libertad» se presenta no solo como un grito de guerra retórico, sino como una celebración de los cambios que se están produciendo incluso más allá de las comunidades kurdas que desarrollaron la frase. Mientras investigaba para un libro sobre movimientos de resistencia feminista, Walter llegó a una conclusión clara sobre las mujeres de la DAANES y de las diferentes comunidades kurdas: «Estas mujeres son probablemente las feministas más decididas que he conocido jamás».
No es difícil adivinar de dónde provienen algunas de estas ideas. Una vez más, el papel de Öcalan es importante. Su afirmación de que «un país no puede ser libre si las mujeres no son libres» ha guiado la práctica en gran parte del Kurdistán durante más de una década. En un folleto de 2013, «Liberating Life, Women’s Revolution» (Liberar la vida, la revolución de las mujeres), escribió: «El grado en que la sociedad puede transformarse profundamente viene determinado por el grado de transformación alcanzado por las mujeres. Del mismo modo, el nivel de libertad e igualdad de las mujeres determina la libertad y la igualdad de todos los sectores de la sociedad».
La transformación de las relaciones en la región de Rojava ha sido señalada por muchas feministas internacionalistas destacadas, entre ellas la académica y activista Meredith Tax. Ella escribió claramente que Rojava y los movimientos kurdos relacionados con ella eran «el mejor lugar de Oriente Medio para ser mujer» y un experimento activo digno de estudio y apoyo a nivel mundial.
2. La naturaleza cambiante del Estado-nación
La idea de que los «Estados» no tienen por qué ser la principal forma en que las personas se relacionan entre sí no es exclusiva de los pensadores anarquistas ni del movimiento kurdo. Entre los ejemplos de desafíos anteriores a los modelos nacionalistas se encuentran los Panteras Negras y el movimiento zapatista de México. Han pasado muchas décadas desde la época en que los radicales podían dar por sentado que todas las grandes luchas se basaban en la liberación nacional. Nada de esto sugiere que la importancia vital de la tierra haya disminuido, o que la identidad «nacional» de una persona no sea importante.
Sin embargo, la era de las luchas exitosas por la liberación nacional basadas en la conquista de nuevos estados o estados recién liberados ha quedado atrás. Incluso los nuevos Estados-nación progresistas que han surgido, como Sudán del Sur, por ejemplo, nacieron más de la mediación y el compromiso que de luchas de liberación efectivas. La introducción kurda del «confederalismo democrático» debe verse en este contexto más amplio. Los ideales inherentes al confederalismo democrático incluyen la democracia directa, la autonomía, la ecología política, el feminismo, el multiculturalismo, la autodefensa, el autogobierno y las economías cooperativas.

Aquí, el trabajo y las palabras de Besê Hozat vuelven a ser instructivos. Al comentar la acción del 11 de julio, señaló que los guerrilleros kurdos que entregaron las armas no querían simplemente bajar de las montañas y deponer las armas. «Queremos convertirnos en pioneros de la política democrática», señaló, «en Amed, Ankara y Estambul». El poder político, la autonomía y la democracia, según el análisis de Hozat y el de muchas personas en el movimiento kurdo, no significan que quieran construir un nuevo Estado-nación.
«Un sistema estatal no beneficiaría al pueblo kurdo, sino que sería una espina clavada», declaró a New Internationalist en 2017. «Profundizaría la lucha con nuestros vecinos y traería décadas de guerra contra los árabes, así como caos y sufrimiento».
Con el pueblo kurdo repartido por al menos cuatro naciones existentes (algunas en gran conflicto entre sí), la idea de cruzar las fronteras existentes para reunir comunidades separadas artificialmente parece especialmente atractiva, y no solo en el contexto kurdo. La superación de nuestras fronteras y límites actuales se ha debatido en círculos panafricanistas, de las islas del Pacífico y otros círculos descolonizadores diversos. Esto incluye el Foro de los Pueblos Ocupados, que reúne a líderes de la resistencia aún colonizados de Kurdistán/Rojava, Cachemira, Palestina, Puerto Rico, Sáhara Occidental, Papúa Occidental, Tíbet y Ambazonia.
Las iniciativas estratégicas y tácticas de los movimientos kurdos que trascienden cualquier región concreta o estructura organizativa kurda son instructivas para todas estas luchas activas. Pensando en el futuro Hozat concluye: «La era del Estado-nación ha terminado».
3. La dialéctica de la noviolencia, la revolución y la lucha armada
Hay pocas pruebas históricas que sugieran que los principios pacifistas o una revisión científica de la investigación sobre la resistencia civil hayan llevado a la decisión kurda. Más bien, el movimiento kurdo está explorando opciones basadas en las experiencias y condiciones actuales, anticipando qué tácticas se adaptarán mejor al movimiento y a sus pueblos. Como dijo Hozat: «Para un movimiento que aboga por la política democrática, las armas son ahora un obstáculo. Queremos eliminar estos obstáculos con seriedad y responsabilidad».
El Grupo por la Paz y la Democracia y los líderes del movimiento kurdo no son los primeros en llegar a la conclusión de que se necesitan nuevas metodologías para las nuevas condiciones a las que se enfrentan.
En 2018, el Frente Polisario del Sáhara Occidental ayudó a coordinar la conferencia Sahara Rise, que reunió a diversos sectores de la sociedad saharaui para examinar y cambiar sus políticas hacia la resistencia civil noviolenta.
Tras décadas de una resistencia multifacética que se inclinaba fuertemente hacia la guerrilla urbana, los militantes puertorriqueños asociados con movimientos armados se mostraron más abiertos al poder estratégico de la acción directa noviolenta y la desobediencia civil. En palabras de la expresa política puertorriqueña Alejandrina Torres: «Cada período histórico pasa por diferentes fases, y tenemos que crecer y desarrollarnos en respuesta a los tiempos».
La iniciativa del grupo kurdo contemporáneo solo se diferencia en intensidad y precisión pragmática. Han comenzado esta nueva fase con una amplia serie de conversaciones y acciones que miran con atención hacia el futuro. Según la opinión de la autora y activista solidaria holandesa Fréderike Geerdink, el acto unilateral de alto el fuego de 2025 está lejos de ser una señal de rendición, derrota o debilidad, sino simplemente un reconocimiento de que luchar por la libertad con armas militares «ya no es «lógico» en el período actual.
Para que este experimento con medios noviolentos funcione mejor, el movimiento kurdo espera que sus acciones en favor de «una paz honorable» no sean un asunto unilateral. Sin embargo, independientemente de la respuesta de las fuerzas opositoras, las acciones de julio se llevaron a cabo en respuesta a una reflexión sobre las necesidades del pueblo. Como dijo la activista kurda Nilüfer Koç, portavoz de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso Nacional Kurdo: «Tenemos que seguir adelante con esperanza».
Los actos de desarme directo del 11 de julio en la región montañosa del Kurdistán iraquí dan motivos concretos para una nueva esperanza al pueblo kurdo, y a todas nosotras.
Matt Meyer
Matt Meyer es autor de numerosos libros sobre resistencia y cambio social, publicados principalmente por PM Press y Africa World Press. Es secretario general de la Asociación Internacional de Investigación para la Paz, investigador sénior de la Iniciativa de Estudios sobre la Resistencia y miembro del consejo asesor de Waging Nonviolence.
Imagen destacada: Un alijo de armas que portaban combatientes guerrilleros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) es quemado en una ceremonia que marca su desarme el 11 de julio de 2025. (ROJ News)
Artículo relacionado (25 de marzo de 2017): Activista de los derechos de las mujeres: las leyes de Rojava, un sueño convertido en realidad.