Si estos días se teclea la expresión «Disparar a matar» en cualquier buscador, la pantalla se llena de artículos y noticias sobre esa expresión empleada por el gobierno de Kazajistán dirigida como una invitación, cuando no una orden, tanto a las tropas rusas como del interior llamadas a sofocar las protestas de un supuesto «enemigo exterior». Precisamente el apagón de internet en el país se ha utilizado (como hacen ahora habitualmente gobiernos autoritarios tras los éxitos movilizadores de la denominada «primavera árabe» de los inicios de la segunda década del siglo XXI) para impedir también que se conozca otro relato distinto al gubernamental de lo acontecido a primeros de enero.
No, no hemos de quedarnos sólo en la desorientación que se busca provocar a con ese apagón informativo en la actual coyuntura, y menos cómo se nos presenta la misma desde instituciones gubernamentales que, como bien sabemos también en occidente, suelen presentar un panorama apocalíptico que vendría de abajo hacia arriba para justificar las represiones más brutales que se organizan, en supuesta respuesta, desde las alturas del poder hacia abajo. Es también importante conocer el temperamento de las poblaciones y sus dinámicas históricas previas de respuesta social, para poder separar el polvo de la paja.
En mambru.info estamos más que interesadas en esas dinámicas, en esos antecedentes, en ese devenir histórico de las sociedades (en el caso paradigmático de Siria uno de nuestros redactores ya lo exponía en dos entregas en un blog hermano, especialmente en su primera parte, Noviolencia en Siria: Daraya como ejemplo (I)) buceando en todo ello, buscando materiales y fuentes de primera mano sobre los acontecimientos desarrollados en dinámicas de desobediencia civil pacífica y trasladándola en castellano a la gente que nos puede visitar. No sigamos cometiendo el error que tardamos años en rectificar allí, dando la espalda a realidades desobedientes que se deberían respaldar en su potencialidad de enfrentar la violencia.
Disparar a matar
Decíamos más arriba que no sólo deberíamos quedarnos en los sucesos del momento y, por tanto, es importante excavar en el pasado para hacernos a una idea de hacía que lado se inclina la realidad de los acontecimientos que, desde ópticas tan diferentes, tan enfrentadas, se nos relantan en el presente. Como ya se verá en la segunda entrega de «En Kazajistán hasta la noviolencia se persigue como terrorismo (1)» es factible realizar un recorrido por esos importantes antecedentes y, así, en ella podremos leer, con motivo del apagón en Internet tras la orden del gobierno kazajo de «disparar a matar»:
«…incluso si no tenemos información en el país, al menos podemos hablar de la tradición, lo que hace más probable saber que hay algo que va mal en la forma en que se cuenta la historia, porque una idea errónea que la gente tiene sobre la no violencia o incluso la acción violenta es que simplemente sucede. Es como si una llama estallara y ahí lo tienes.»
Pero incluso sin recurrir a los antecedentes, ese relato de ahora en Kazajistán de una supuesta «invasión terrorista» que justificase ese discurso del «disparar a matar», empieza también a resquebrajarse incluso en los media que hicieron entonces poco más que difundirlo. Hoy traemos precisamente un trabajo periodístico de Abdujalil Abdurasulov, del servicio en ruso de la BBC (Corporación Británica de Radiodifusión, una entidad de radiotelevisión pública, independiente de controles comerciales y/o políticos, que opera bajo un estatuto real que garantiza dicha independencia) que lleva a cabo el necesario contraste ahora desde la perpectiva del activismo que se movilizó durante las protestas. Lo dejamos a aquí a continuación:
«Cómo las protestas en Kazajistán se convirtieron en una tragedia. Enero sangriento en Almaty a través de los ojos de testigos presenciales«
Almaty se convirtió en el centro de los disturbios que estallaron en Kazajstán a principios de enero. Muchas preguntas siguen sin respuesta. La principal es por qué las protestas pacíficas se convirtieron en enfrentamientos sangrientos. Para entender lo que estaba pasando en la ciudad más grande de Kazajstán en esos días, la BBC habló con testigos presenciales de esos hechos.
Cómo empezó todo
Los manifestantes comenzaron a reunirse en los suburbios de Almaty la tarde del 4 de enero. La gente quería apoyar a los residentes del oeste de Kazajstán, que salieron a protestar tras el fuerte aumento de los precios del combustible.
El público era muy heterogéneo», recuerda Timur Nusimbekov, periodista local y editor de Adamdar.ca. – Había gente diferente: de los suburbios, del centro, hipsters, trabajadores juveniles y miembros de la cultura. Pero la mayoría eran manifestantes pacíficos».
Por la tarde, la gente marchó al centro de la ciudad, a la Plaza de la República. La marcha transcurrió de forma pacífica, pero la situación comenzó a agravarse cuando la policía empezó a dispersar a los manifestantes con granadas de aturdimiento y gases lacrimógenos. Esto no hizo más que enfurecer a los manifestantes, y comenzaron los primeros enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, que continuaron durante toda la noche.
No observamos la presencia de armas de fuego en ese momento, dijo Nusimbekov. No aparecieron hasta el día siguiente.
El 5 de enero, la gente siguió acudiendo a la plaza. «Miraba a todo el mundo con tanto asombro», dijo una manifestante de 57 años. Por su seguridad, la llamaremos Asel. años.
«Estaban tan content@s que la luz salía directamente de ell@s. Sus ojos parecían decir, ‘imagínate, salieron, no se acobardaron’.»
«Protestamos pacíficamente»
Pero el ambiente cambió rápidamente. Según testigos presenciales, cierta gente empezó a llegar a la plaza con cuchillos, palos y rifles de caza.
«No cometimos actos de terrorismo o vandalismo”, dice otro activista, Kunay Abdiev. “Exigíamos que el alcalde viniera a nosotros. Pero en un momento dado, un grupo de jóvenes llegó y fue inmediatamente a tomar el despacho del alcalde. No pudimos detenerlos. Estaban destrozando coches y rompiendo ventanas.”.
Aún no está claro quién prendió fuego al ayuntamiento y atacó la residencia presidencial. Quienes se encontraban en la plaza creen que fueron provocadores.
Los acontecimientos se desarrollaron rápidamente. Comenzaron los disparos, comenzaron a escucharse explosiones de granadas de aturdimiento. La multitud no tardó en entrar en el edificio del ayuntamiento y le prendió fuego. Entre los que asaltaron el edificio había personas con uniformes de policía, que se habían llevado antes. Algunos caminaban con cascos de policía, rodilleras y otros equipos de seguridad.
Según Kunay Abdiev, muchos de estos jóvenes llevaban la cara cubierta, pese a que una mayoría de manifestantes iban sin enmascarar. «Me daba miedo hasta mirarlos, podrían haberme golpeado», dice.
En el interior del edificio de la administración de la ciudad había jóvenes cadetes que, al parecer, fueron dejados para vigilar el edificio. La acalorada multitud comenzó a golpearlos, pero algunos activistas consiguieron protegerlos y sacarlos del edificio.
Había llegado a la plaza y estaba de pie en una esquina cuando sintió un fuerte dolor en la rodilla. «Podía sentir la sangre bajando por mi pierna», recuerda Asel. Más tarde se enteró por los médicos de que la bala atravesada le había cortado las venas. «Me desperté con dos tipos arrastrándome, estaban cubiertos por un escudo policial. Me decían, ‘agáchate, agáchate’. Las balas volaban».
«Entonces se levantaron rápidamente cuando el fuego había cesado más o menos y me arrastraron por el suelo. Cuando me desperté, estaba sentado en un camión y había mucha gente. Y mi pierna estaba herida y había un montón de gente tirada sobre mi pierna. Sin aliento».
¿Provocadores?
Aún no está claro quién prendió fuego al ayuntamiento y atacó la residencia presidencial.
Quienes se encontraban en la plaza creen que fueron provocadores. Hay quien describe a «hombres jóvenes de complexión robusta con brazaletes blancos» que no dejan de llamar a la gente a marchar hacia la residencia, el aeropuerto o el departamento de policía.
La acalorada multitud, al ver a los heridos y muertos, podría haber seguido fácilmente a los instigadores y atacar los edificios.
Pero los atacantes estaban bien entrenados y sabían cómo luchar tácticamente en un entorno urbano, dijo Saltanat Azirbek, del departamento de policía de Almaty.
Todos estos grupos desaparecieron al día siguiente, el 6 de enero. Cientos de personas se reunieron en la plaza en ese momento, entre ellas muchas personas mayores. Exigieron que se dejara de disparar a los civiles y que se retiraran las tropas.
Hay quien describe a «hombres jóvenes de complexión robusta con brazaletes blancos» que no dejan de llamar a la gente a marchar hacia la residencia, el aeropuerto o el departamento de policía.
En la mañana del 6 de enero, los militares llegaron en vehículos blindados. Los manifestantes nombraron a un grupo de ancianos – aksakals (Nota de «En Pie de Paz»: es la expresión kasaja de respeto que los denomina: las personas mayores, según la tradición socio-cultural kazaja, tienen un muy influyente peso social) – para que fueran a negociar con ellos. Con una bandera blanca en las manos, intentaron acercarse.
«Cuando atravesamos la barrera, nos alejamos diez metros, y entonces abrieron fuego», recuerda Meirkhan Abdumonapov, uno de los activistas que fueron a negociar. – Dispararon principalmente al aire, pero cuando empezamos a retirarnos, un hombre cayó. Le agarré el brazo izquierdo y empecé a levantarlo, pero resultó que tenía una herida en la pierna izquierda, una herida de bala en el muslo, y estaba sangrando. Lo pasé por encima de la valla y allí me ayudaron. Llegó un coche y lo alejaron.
Por la tarde, los jóvenes desplegaron una pancarta en la que se leía «No somos terroristas, somos gente pacífica» y comenzaron a cantar el himno.
«La gente sostenía la bandera de Kazajistán. Se alineaba y agitaba los brazos». Querían demostrar que estaban desarmad@s.
Cerca de las 19:00 horas, los militares regresaron y bloquearon la plaza.
«Estábamos cerca del Monumento a la Independencia», recuerda Saltanat Khamzina. «La gente sostenía la bandera de Kazajstán. Se alineaba y agitaba los brazos». Querían demostrar que estaban desarmad@s.
Pero los militares no tardaron en abrir fuego. «Al principio parecía que disparaban al aire, pero la gente caía abatida por la espalda. Así que había francotiradores. Aprovechando el ruido, disparaban a la gente», dijo Saltanat Khamzina.
«Justo al lado del Monumento a la Independencia había un hombre tumbado, de unos 50 años o más. No podía moverse, sólo gemir. Seguían disparando en nuestra dirección», dice Meirkhan Abdumonapov. «No había nadie cerca, no podía arrastrarlo yo sola. Me escondí detrás de un monumento. En el lado derecho había dos chicas jóvenes, de unos 17-18 años, y un chico joven. Estaban casi acostados uno encima del otro. No dieron señales de vida.»
«Entonces vi que a 25-30 metros del monumento había un coche, con el motro encendido. Estaba acribillado a balazos. Había dos cadáveres dentro.»
«Fue entonces cuando se me heló el alma: me sentí muy mal, con lágrimas en los ojos. No estaba asustado, estaba muy enfadado. Estaba furioso, juré que lo denunciaría todo públicamente.
Saltanat Azirbek, del Departamento de Policía de Almaty, dijo a la BBC que no conocía el incidente del 6 de enero, pero que las fuerzas de seguridad sólo utilizaban armas de fuego en defensa propia, no contra civiles.
Las autoridades kazajas dicen que 225 personas, incluidos 19 militares y policías, murieron durante las protestas masivas y los disturbios posteriores.
Activistas bajo amenazas
Ahora muchas personas activistas temen que puedan ser detenidas y encarceladas solo por su mera presencia en la plaza en esos días.
Asel ha recibido la visita de personas uniformadas y con armas en el hospital y la han amenazado con llevársela. Cree que eran representantes de los servicios especiales o de las fuerzas especiales.
Muratbek Yesengazy, uno de los activistas, dijo que no sólo había sido detenido, sino también golpeado.
«Es muy peligroso que ahora se equipare a l@s manifestantes pacífic@s con los saqueadores y los agresores. Está claro que en los últimos días en Almaty hubo tanto por parte de elementos extremistas como de bandas de merodeadores, que atacaron tanto a civiles como a fuerzas de seguridad e instalaciones gubernamentales. Pero, por encima de eso, tenemos que admitir que una parte importante de l@s manifestantes eran civiles de carácter pacífico», dijo el periodista local Timur Nusimbekov.
Nusimbekov cree que la retórica de las autoridades puede ser un intento de encubrir «un número colosal de errores que condujeron al mayor desastre humanitario de la historia de Kazajistán».