Fuente: La larga tradición de las huelgas de la gente trabajadora porturaria en solidaridad con Gaza.

Puesto que las y los trabajadores portuarios operan en un «punto crítico» y crucial de la cadena de suministro militar a Israel, sus boicots son una poderosa forma de solidaridad con Gaza.

.En las semanas previas al último alto el fuego, las protestas contra el genocidio de Israel en Gaza se ampliaron y profundizaron en todo el mundo. A principios de octubre, en algunas de las manifestaciones más grandes en los dos años desde que comenzó la guerra, millones de personas salieron a las calles en Ámsterdam, Estambul, Roma, Yakarta, Tokio, Londres, Atenas, Melbourne, Los Ángeles, París, Chicago, Berlín, Estocolmo y Santiago.

La Flotilla Global Sumud, un intento de romper el bloqueo ilegal de Gaza por parte de Israel, llamó la atención en todo el mundo. En Septiembre, unas 500 personas de 47 países zarparon desde Barcelona en 50 embarcaciones que transportaban ayuda humanitaria. Entre las y los participantes de la flotilla se encontraban personal de ayuda humanitarias, integrantes del clero, cargos electos, veteranos, personal médico, personal de abogacía y artistas, entre ellas Greta Thunberg.

…la declaración del personal portuario genovés y la interceptación por parte de Israel de la flotilla que intentaba romper el bloqueo israelí provocaron varias huelgas generales de un día

Activistas sindicales, en particular personal de la estiba que cargan y descargan la mercancía que hace girar la economía mundial, desempeñaron un papel cada vez más visible en esta ola de solidaridad con Gaza.

«Si perdemos el contacto con nuestros barcos, con nuestros compañeros y compañeras, aunque solo sea durante 20 minutos, bloquearemos toda Europa», declaró un trabajador portuario anónimo, que se presentó ante una gran multitud en Génova, el puerto más activo de Italia, en un vídeo ampliamente difundido. «Junto con nuestro sindicato, junto con todos los estibadores que nos apoyan, junto con toda la ciudad de Génova… desde esta región salen cada año entre 13 000 y 14 000 contenedores hacia Israel, y ya no saldrá ni un solo clavo más».

Esta audaz postura del personal de la estiba de Génova se produjo inmediatamente después de la negativa a cargar suministros militares destinados a Israel. Con ello, se sumaron a una lista cada vez mayor de personas trabajadoras portuarias que boicotean la carga destinada a Israel, entre los que se encuentran las de España, Marruecos, Suecia, Grecia y Francia.

LIVORNO, ITALIA – 22 DE SEPTIEMBRE: Una manifestación de personal de la estiba, junto con más gente trabajadora y el estudiantado italiano irrumpió en el puerto de Livorno tras forzar la puerta de Varco Valessini durante una protesta en favor de Gaza y Palestina, el 22 de septiembre de 2025 en Livorno, Italia. El personal de la estiba y el estudiantado intensificó su ocupación del puerto de Livorno bloqueando el acceso en apoyo a Palestina. Durante la huelga nacional, gente trabajadora y alumnado de muchas ciudades italianas bloquearon las ciudades y el transporte. El 23 de septiembre comenzó un bloqueo permanente en el puerto de Livorno para impedir el atraque de un barco utilizado para la logística de guerra en Israel. (Foto de Laura Lezza/Getty Images)

La Federación General Palestina de Sindicatos (PGFTU) había pedido repetidamente a los y las trabajadoras, así como a los sindicatos, que hicieran precisamente eso. En Julio, por ejemplo, la PGFTU pidió a las personas trabajadoras que «organizaran días de ira y solidaridad global en fábricas y talleres, en puertos y aeropuertos, en las calles y plazas públicas, en apoyo a Palestina y a su valiente pueblo».

En respuesta a la catástrofe que se está viviendo en Gaza, la declaración del personal portuario genovés y la interceptación por parte de Israel de la flotilla que intentaba romper el bloqueo israelí provocaron varias huelgas generales de un día. En las ciudades españolas y, especialmente, en toda Italia, participaron aproximadamente dos millones de trabajadores y trabajadoras. Inspirada por las personas trabajadoras portuarias genovesas, la gente organizó paros laborales en solidaridad con Palestina.

Personal de la estiba de Génova lideran la protesta contra los ataques a la flotilla Sumud GÉNOVA, ITALIA – 3 DE OCTUBRE: La segunda manifestación, compuesta principalmente por personal de la estiba del Comité Autónomo de Trabajadores Portuarios (CALP) y estudiantes de escuelas y universidades, irrumpe en la estación de tren mientras la policía se retira. La estación es ocupada sin enfrentamientos el 3 de octubre de 2025 en Génova, Italia. La jornada de huelga nacional se convocó en respuesta al abordaje de la Flotilla Global Sumud por parte de las fuerzas israelíes. La Comisión de Garantía declaró ilegítima la jornada de huelga convocada por todos los sindicatos por falta de notificación previa. El personal trabajador portuario, el estudiantado y la sociedad civil se reunieron por miles en el puerto de Génova para protestar contra el genocidio en Gaza y en solidaridad con la Flotilla Global Sumud. (Foto de Emanuela Zampa/Getty Images)

El personal de la estiba genovesa se había involucrado en el conflicto más candente del mundo utilizando la mejor herramienta que tiene cualquier persona trabajadora: dejar de trabajar. Llámese boicot, llámese acción directa, llámese huelga. Cuando los y las trabajadoras dejan de trabajar, los empresarios prestan atención. Y cuando los y las trabajadoras ponen en cuestión las órdenes de las empresas y los gobiernos, por ejemplo, negándose a mover la carga, la gente común se anima porque resulta novedoso demostrar que es posible influir en la realidad.

Una larga historia de boicots

.No es nada nuevo decir que el mayor poder de la gente trabajadora es su capacidad para dejar sus herramientas y abandonar su trabajo. Hace más de cien años, «Big» Bill Haywood, un líder legendario de los Trabajadores Industriales del Mundo, observó: «Si la clase trabajadora está organizada, lo único que tiene que hacer es meterse las manos en los bolsillos y tendrá a la clase capitalista dominada».

Sin embargo, no toda la gente trabajadora tiene el mismo poder. En primer lugar, una huelga requiere que todos los y las trabajadoras se mantengan firmes o abandonen juntas sus puestos, lo que exige organización; por eso se denomina «mano de obra organizada». No es necesario tener un sindicato para hacer huelga, pero las personas trabajadoras deben estar organizadas, formal o informalmente, para llevar a cabo algo así como una huelga. Los estibadores, en particular, han sido y son un tipo de personas trabajadoras propenso a pertenecer a un sindicato. También poseen una de las redes globales más sólidas de cualquier grupo de trabajadores a través de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte.

Lo ideal es que quienes trabajan declaren una huelga en el momento oportuno y causar el máximo impacto material. Las personas trabajadoras que transportan mercancías, también llamadas personal logístico, conocen plenamente la famosa frase de Benjamin Franklin: «el tiempo es dinero». Especialmente en industrias en las que tanto los salarios como otros costes se pagan por horas, detener o incluso «simplemente» ralentizar el trabajo puede afectar rápidamente al bolsillo del jefe.

El transporte marítimo es un componente de aproximadamente el 90 % de todos los bienes que se consumen (materias primas y productos acabados) en todo el mundo. Sigue siendo tan fundamental para la economía mundial en el siglo XXI como lo fue en los siglos XV o XVIII. No hay que olvidar la versión marítima del dicho de Franklin: «el barco debe zarpar a tiempo».

Las partes más importantes de la cadena de suministro se conocen como «puntos de estrangulamiento»; en otras palabras, la cadena de suministro es tan fuerte como su eslabón más débil. En este contexto, «debilidad» se refiere no solo a las vulnerabilidades de las empresas, sino también a los puntos en los que la gente trabajadora puede romper la cadena. Así, cuando unos pocos miles de estibadores de un puerto concreto se organizan en un sindicato, pueden paralizar el movimiento de mercancías, es decir, la economía.

Sin embargo, la organización y la ubicación estratégica por sí solas no explican por qué el personal de la estiba dejó de trabajar en solidaridad con Palestina, para ello es necesario tener opiniones políticas. Antes de la revolución de los contenedores de los años sesenta y setenta, la carga y descarga de los buques mercantes requería un gran número de trabajadores que laboraban juntos. Estos estibadores interactuaban con personas de todo el mundo y estaban expuestos a diario a nuevas personas, ideas e información.

Esto significaba que mucho personal de la estiba desarrollaba conocimientos y opiniones sobre asuntos internacionales de una manera que la mayoría de las demás personas no lo hacían. Al escuchar historias sobre la guerra y la represión política, experimentar personalmente la pobreza (ya que el comercio históricamente estaba mal remunerado) y trabajar colectivamente, muchos estibadores desarrollaron perspectivas anticapitalistas y antiimperialistas.

Una de las primeras acciones políticas de este tipo tuvo lugar en 1935, tras la invasión fascista italiana de Etiopía, cuando los estibadores de Durban, Ciudad del Cabo y Lüderitz, Namibia (entonces llamada África del Sudoeste y bajo mandato sudafricano, al igual que Palestina era un mandato británico), se negaron a cargar alimentos y otras mercancías a bordo de barcos italianos. Esta acción fue uno de los primeros boicots políticos de los estibadores. También fue el primero documentado por trabajadores africanos, y resultó aún más tentador por ser en solidaridad con la población etíope, africanos y africanas que luchaban contra invasores fascistas e imperialistas.

De manera similar, alrededor del Primero de Mayo de 1936, los estibadores de San Francisco boicotearon por primera vez la carga para protestar contra la invasión italiana. Estos trabajadores portuarios pronto ayudaron a formar el Sindicato Internacional de Estibadores y Almacenistas(ILWU). Dos años más tarde, en 1938, en solidaridad con los piquetes chinos locales, los miembros del ILWU en San Francisco, Los Ángeles y Seattle se negaron a cargar mercancías para el Japón fascista, que había ampliado su invasión de China; continuaron haciéndolo docenas de veces en los años siguientes.

De manera similar, en cientos de ocasiones durante la segunda mitad de la década de 1940, los trabajadores marítimos y otros trabajadores sindicalizados de Sídney y otras ciudades portuarias australianas se negaron a ser cómplices —como lo era su gobierno— de ayudar a los Países Bajos en su intento de recolonizar Indonesia, que había declarado su independencia en 1945. Los trabajadores portuarios sindicalizados de Australia (llamados wharfies) se negaron a trabajar en los barcos holandeses, prestando así una poderosa ayuda a la lucha de Indonesia contra la guerra impulsada por el imperialismo.

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Miembros del Local 10 de la ILWU boicotean la carga de mercancias para Sudáfrica, en coordinación con grupos de la sociedad civil, para protestar contra el apartheid, en San Francisco en 1962. (Archivos de la ILWU)

.La lucha contra el apartheid en Sudáfrica fue el esfuerzo más grande, largo y amplio de los trabajadores y trabajadoras para protestar contra las políticas de un gobierno extranjero. A principios de la década de 1960, personas trabajadoras de todo el mundo comenzaron a prestar más atención al opresivo régimen de la minoría blanca en el sur de África, producto del colonialismo anlo-holandés.

Desde los primeros sesenta hasta mediados de la década, el personal portuario se negó a manipular carga procedente o con destino a Sudáfrica. Lo hicieron en Puerto España (Trinidad), Sídney (Australia), Auckland (Nueva Zelanda), Gotemburgo (Suecia), Copenhague y Århus (Dinamarca), y en Brooklyn y San Francisco, cuyos trabajadores fueron los primeros en Estados Unidos en sumarse a la causa.

Las personas integrantes del Local 10 del Sindicato Internacional del Personal de Estiba y Almacenistas (que votó a favor de eliminar el género de su nombre en 1997) de la zona de la bahía de San Francisco han sido quienes más se han comprometido con el uso de boicots políticos en las luchas contra el apartheid, el fascismo y el imperialismo.Su mayor acción tuvo lugar en 1984, pocas semanas después de la aplastante reelección del antisindicalista Ronald Reagan, cuando militantes de base —con el liderazgo de activistas de raza negra e izquierdistas que llevaban mucho tiempo organizándose en torno a esta cuestión— se negaron a descargar mercancías sudafricanas durante 10 días, lo que desencadenó el movimiento antiapartheid del Área de la Bahía.

Mientras tanto, en Washington, el representante Ron Dellums, cuyo padre había sido miembro del Local 10 y que representaba a las ciudades de Oakland y Berkeley, en el este de la bahía, ayudó a liderar la lucha del Caucus Negro del Congreso contra el apartheid. Su esfuerzo dio como resultado una ley de 1986 para sancionar a Sudáfrica, que anuló el veto de Reagan. Los y las trabajadoras y otras personas activistas habían logrado presionar al aliado más poderoso del apartheid sudafricano para que prohibiera el comercio militar y económico con esa nación paria.

En 1990, solo unos meses después de que se levantara la prohibición de los partidos políticos sudafricanos, incluido el Congreso Nacional Africano, y Nelson Mandela fuera liberado tras 27 años en prisión, visitó Estados Unidos en una gira nacional de 10 días. Su última parada fue Oakland. Allí, ante 50.000 personas y con Dellums como maestro de ceremonias, Mandela agradeció al Local 10 del ILWU su lucha en primera línea del movimiento contra el apartheid.

Solidaridad de la gente trabajadora portuaria con Palestina

.Conocida esta historia y teniendo en cuenta que Palestina y las personas aliadas buscan esperanza, no es de extrañar que el apasionado discurso de un trabajador portuario genovés y la reciente oleada de boicots de la gente trabajadora portuaria hayan despertado un enorme entusiasmo. Tampoco es de extrañar que las personas palestinas y sus aliadas en la campaña de boicot, desinversión y sanciones, o BDS, hayan adoptado muchas estrategias del movimiento global para poner fin al apartheid en Sudáfrica.

Al igual que el Congreso Nacional Africano pidió a la población de todo el mundo que boicoteara a Sudáfrica, la Federación General de Sindicatos Palestinos ha pedido repetidamente a la clase trabajadora y a sus sindicatos que boicoteen a Israel. Este verano, la misiva «Cry Before Death» (Grita antes de morir) de la PGFTU decía: «Compañeros y compañeras sindicalistas, esperamos que desempeñéis vuestro papel transmitiendo el grito de la infancia y los trabajadores y trabajadoras de Gaza a los responsables políticos y a las calles».

Durante los últimos dos años, un número cada vez mayor de personas en todo el mundo ha visto cómo dos millones de personas eran bombardeadas y morían de hambre en Gaza. Innumerables personas se han preguntado, mientras observaban con horror, cómo podían ayudar a la población palestina que tanto ha sufrido. Cuando los gobiernos, en el mejor de los casos, emiten comunicados de prensa pero se niegan a actuar en favor de la paz y la justicia, ¿a quién pueden recurrir las personas comunes y corrientes con conciencia? Como declaró el arzobispo Desmond Tutu: «Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor». Los recientes boicots de las personas trabajadoras portuarias generaron entusiasmo, entre otras razones, porque revelan (una vez más) que la gente común tiene el poder de «eludir» a los gobiernos, cuya inacción debe entenderse como complicidad.

Debido a que los sindicatos han sido diezmados en todo el mundo por décadas de represión corporativa con el apoyo activo de las políticas gubernamentales, demasiadas personas han olvidado —o nunca supieron— que la clase trabajadora tiene un potencial y un poder increíbles.

Cobertura previa en relación con el tema: Un grupo activista lleva semanas bloqueando un envío de armas a Israel.

.El personal de estiba llevan mucho tiempo prestando mucha atención a los asuntos internacionales, al igual que otra gente trabajadora marítima. Debido a la naturaleza del sector del transporte marítimo, tienen más acceso a información de todo el mundo que la mayoría de nosotras (incluso en la era de Internet). A lo largo de los siglos, han creado y gestionado redes para comunicarse y organizarse, para resistir y rebelarse. También utilizan WhatsApp y otras aplicaciones para comunicarse y planificar.

Las gentes trabajadoras portuarias también han sido de las más eficaces a la hora de organizar boicots. En ocasiones, se han negado a trabajar con cargamentos procedentes de —o destinados a— un determinado país para promover una agenda política, como el apoyo a la lucha contra el apartheid en Sudáfrica o contra los invasores fascistas italianos en Etiopía.

Hoy en día, un número cada vez mayor de personas que apoyan la causa palestina se fijan en la gente trabajadora organizada en general y en la de la estiba en particular. La campaña Mask Off Maersk del Movimiento Juvenil Palestino es uno de esos esfuerzos para convencer a esta megaempresa naviera de que deje de transportar armas estadounidenses y todo tipo de suministros militares a Israel.

Desde que Israel interceptó la flotilla el 2 de Octubre y detuvo a cientos de activistas a bordo de esos barcos, los y las trabajadores y trabajadoras italianas declararon otra huelga general de un día en todo el país. Justo antes, la población de Génova habían subido la apuesta amenazando con liderar una huelga en todo el continente contra todos los buques israelíes si interferían con la última flotilla pacífica que intentaba romper el bloqueo ilegal de Gaza por parte de Israel. Gentes trabajadoras de Atenas y España se unieron a ella. Mientras tanto, la frase «bloquear todo» (adaptada del lema de los estibadores de Génova «Si atacan a la Flotilla, lo bloquearemos todo») se convirtió en tendencia en las protestas europeas.

Incluso si se mantiene el reciente y frágil alto el fuego (que Israel ya ha violado repetidamente), la lucha por la liberación de Palestina está lejos de haber terminado. Lo que la gente trabajadora de la estiba de Génova está discutiendo ahora con sus compañeros y cpompañeras de Marsella, Barcelona, Tánger y otros lugares permanece oculto en chats encriptados, al menos por ahora.

Sin embargo, mientras el transporte marítimo siga siendo la industria fundamental del capitalismo global —y las personas no hayan sido sustituidas por máquinas—, los estibadores pueden y, ocasionalmente, ejercerán su poder en solidaridad con las personas que se resisten al imperialismo y a la guerra. Sin duda, la gente trabajora de la estibado tiene una larga historia de influencia en la política mundial debido a su organización, su política y su posición en los puntos críticos de la cadena de suministro global.

Hay otros puntos críticos que la clase trabajadora pueden explotar, cuando está organizada, formada y comprometida. Siguiendo el ejemplo del movimiento obrero palestino, de forma similar a como los y las trabajadores y trabajadoras internacionales siguieron el llamamiento al boicot del CNA, los estibadores genoveses demostraron lo que las personas aliadas pueden hacer en solidaridad con los movimientos de liberación.

La gente trabajadora portuaria también recordó a la población mundial el poder potencial de la clase trabajadora, tal y como declaró «Big» Bill Haywood hace más de un siglo. Aunque el futuro está por escribir, hay dos cosas seguras: no faltarán las injusticias perpetradas y, por lo tanto, la lucha por la libertad.

.Peter Cole

Peter Cole es profesor de Historia en la Universidad de Western Illinois e investigador asociado del Instituto de Sociedad, Trabajo y Política de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica. Es autor de Dockworker Power: Race and Activism in Durban and the San Francisco Bay Area (El poder de los estibadores: raza y activismo en Durban y la bahía de San Francisco), ganador del premio Philip Taft Labor History Book Prize, y de Wobblies on the Waterfront: Interracial Unionism in Progressive-Era Philadelphia (Los Wobblies en el muelle: sindicalismo interracial en la Filadelfia de la era progresista).



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Imagen destacada de este artículo: detalle de una captura de video de una protesta en solidaridad con Palestina llevada a cabo en septiembre de 2025 difundida en las redes sociales de un puerto italiano sin concretar


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